El periodista y profesor Daniel Santachita estuvo en la Facultad de Ciencias Sociales y habló para los Maestrandos de Periodismo acerca de sus experiencias en los medios, un poco a contramano de la visión rosa que suele tenerse del ambiente. Dejó algunas definiciones interesantes sobre el funcionamiento del sistema y reflexionó sobre el rol del periodista en ciertas coyunturas históricas, como la que a él le tocó vivir. Sanpedrino como Lalo Mir, Fernando Bravo, Estela Montes y César Macetti, no se calló nada.
Una autodefinición
A pesar de ser un “ex” de los medios, Santachita prefiere definirse de otra manera. Dijo que no volvería más a trabajar de donde, siente, pudo escapar, así que prefiere presentarse “como un arrepentido. Arrepentido de haber laburado y no haber entendido. Porque en realidad, yo no desprecié los oropeles, no me di cuenta que estaban. Sino, hubiese ido en pos de ese oro, diría con ironía”.
Y agregó que en su “camino profesional, en mi educación en los medios, está la esperanza de modificar algunas cosas, entender la información como un bien social, y en consecuencia avanzar por ese camino. Y el otro es tratar de beneficiarse en lo personal. Habría una tercera posición (como tantas veces se utilizó ese término), que es tratar de vivir bien, haciendo lo que nos parece lo más digno dentro del medio”, subrayó.
Hizo sus primeras experiencias en medios en San Pedro, en la radio local, y llegó a Buenos Aires a principios de los ´80, donde comenzó a trabajar en Radio Continental y logró cierto renombre. Pero la misma dinámica de funcionamiento lo llevó a reflexionar sobre lo que estaba haciendo. “Yo me fui de los medios en la década del ’90 -recordó-, en la década de la globalización, porque empecé a sentir que era un reproductor de ciertos sentidos sociales, en beneficio de ciertas elites económicas.”
Eso, siente, lo llevó a transformarse “en un vocero a favor de las privatizaciones, por pereza, por no indagar, o por ignorante, y llegó un momento que me hizo un click. Yo hablaba todo el tiempo de que había que privatizar los ferrocarriles, porque no funcionaban, sin darme cuenta que en realidad estaba suscribiendo todo un discurso que apuntaba a que se privaticen. ¡Pedazo de tarado! (por no decir otra palabra)”, señaló con cierta resignación.
“Me arrepiento, entonces, de no haberme dado cuenta”, repitió, “de haber trabajado dentro de un sistema, donde llegué tarde a darme cuenta de lo que pasaba. La ironía pasa por el hecho de que al no haber comprendido, no me favorecí de las mercancías que giran en torno a esa producción de sentido en los medios de difusión. Por la ignorancia atávica que tenemos los periodistas en muchas cosas, al no saber eso, terminamos pidiendo que privaticen los ferrocarriles, por ejemplo, porque cada vez funcionaban peor. En consecuencia, la guita se la llevaron otros, y yo fui un idiota útil.”
Plantar posición
Santachita sostuvo, sin mencionarlo explícitamente, una posición ética respecto al hacer periodístico y sus consecuencias. Afirmó: “Ir por la vida con esa carga es insoportable. Haber estado en medio de una fuente y un receptor, siendo funcional a los intereses de la fuente. Y así se privatizó todo. Se creó todo un escenario, para que desde la gente se reclamara eso.”
¿Por qué sucede esto? ¿Cuáles son los motivos de tamaña carga? “El periodismo suele reproducir fuentes interesadas: si a mí me llama alguien, para generar un rumor, y me dice que tiene una primicia, y la primicia es una mercancía, y estoy en una radio cuyo slogan es ´informa primero´ (el slogan del servicio informativo de radio Mitre), entonces me van a llamar a mí.”
También al respecto, sostuvo que no cree “en la neutralidad de las fuentes. Y me di cuenta que, tarde o temprano, me iba a convertir en un vocero de ese poder. Obviamente, si no hay fuentes no hay noticias. El tema es cómo nos preparamos nosotros, para mediar entre esas fuentes y los destinatarios de las noticias. Las fuentes, generalmente intentan persuadir. Y hay condicionamientos que no sólo pasan por las sugerencias permanentes, o regalos para el día del periodista, sino también por un hermoso sobre así de gordo”, dijo mientras parecía recordar ejemplos de sobres hermosos.
Otros rumbos
¿Qué sucedió luego de ese “abandono” de los medios? Sentía que tenía cosas para decir, y decidió decirlas en el ámbito académico. “Empecé a tomar el camino universitario, y estoy en ese lugar ahora. La universidad me da la posibilidad de abrir un signo de interrogación frente al que está del otro lado. Tal vez no me suceda esto en un ambiente de pares, pero nos sucede mucho cuando estamos frente a gente más joven.”
“Llegan a nosotros egresados de la escuela secundaria que toman a los medios como la verdad revelada -continuó-. Entonces, trato que cuando pasan por mí, de 25 que son, cuatro o cinco entiendan al ver televisión lo que es la construcción del acontecimiento. Para mí con eso ya está. Para una causa futura, ya hay cuatro o cinco personas más que piensan. Es una militancia a favor del pensamiento.”
Su esperanza es que esos pocos -según su visión- que pueden reflexionar sobre un saber que se hace haciendo puedan lograr algo que transforme eso que a él lo dejó de lado y lo obligó a dejar los medios. “Para mí, esto de cambiar los medios desde adentro es una utopía, una esperanza. Una utopía a alcanzar de a pasos, acercándose. Eso es una utopía. Yo no abandonaría el optimismo; me podrían poner en el lugar de apocalíptico, pero yo reniego. Si me tienen que poner entre apocalípticos e integrados, soy apocalíptico. Pero si me dan la posibilidad de construir otra imagen, diría que soy un optimista. Porque si estoy laburando en esto, es porque creo que las generaciones que vienen van a tomar una posta a la que hay que ayudar. Yo la voy a ver, o no; no me importa. Como no me importó la guita, en el momento de pasar de ganar tres mil dólares por mes, a veinte pesos la hora, es un cambio fuerte.”
Comunicación o difusión
Otro tema que transitó el “arrepentido mediático” y profesor universitario fue el de las definiciones que podrían caberle a los medios. Y presentó una dicotomía: “Yo descreo bastante de la palabra comunicación cuando se habla de los medios. Es un debate que está bastante repartido. Yo, generalmente, lo planteo en el primer día al iniciar un curso: pregunto si los medios son de comunicación o de difusión. En consecuencia, al hacer ese planteo estoy empezando a descreer de la palabra comunicación, que implica por en común, discutir en comunidad.”
“Me parece que los medios generan una agenda a partir de lo que un autor como Bell define como opinión pública. Que no es la opinión del público, sino la construcción que opera a partir de las elites económicas, sociales y políticas; que pasa por las redes de comunicación, que son tomadas por los líderes de opinión, que son voceros de esas élites, y que finalmente se instalan en un público más o menos capacitados para decodificar esos mensajes de los medios, y luego andan diciendo ´lo dijo el diario, lo dijo la radio, lo dijo la televisión´”, opinó.
Para entender qué entendemos por comunicación, sostuvo, “primero hay que definir qué entendemos por medios. De todas las definiciones de medios, yo tomo una, de José Luis Fernández, que escribió un libro que se llama Los lenguajes de la radio. Fernández define a los medios, como ´el o los dispositivos técnicos, que con sus prácticas sociales relacionadas, permiten la relación discursiva más allá del contacto cara a cara´. ¿Por qué uso esta definición? Para hacernos cargo de los medios que consumimos, porque la tendencia es a decir que los medios instalan la agenda, y nosotros somos víctimas. Vamos a ver entonces si algo hacemos para que no entre tan directamente ese medicamento que nos dan para adormecernos”, desafió.
Internet: ¿un bien social?
Suele presentarse a internet como el invento que democratizó la información, y que ahora cualquiera puede convertirse en periodista en tanto cuenta lo que “esta ocurriendo” en algún lado. Pero la pregunta principal parece ser otra: ¿quiénes acceden a esa libertad ilimitada que sería internet? Santachita opinó que “la gran democracia que produce Internet es siempre a favor de los sectores favorecidos. Porque en realidad, en aquellos sectores donde las brechas digitales y sociales son muy fuertes, ni siquiera hay acceso a esto. Entonces, me parece que Internet es un buen paso para que haya otras voces. Pero todavía no la pondría en la categoría de medio masivo. Internet requiere de cierta alfabetización previa, para una franja de mayores de 50 años no es un consumo sencillo”, diagnosticó. Una autodefinición
A pesar de ser un “ex” de los medios, Santachita prefiere definirse de otra manera. Dijo que no volvería más a trabajar de donde, siente, pudo escapar, así que prefiere presentarse “como un arrepentido. Arrepentido de haber laburado y no haber entendido. Porque en realidad, yo no desprecié los oropeles, no me di cuenta que estaban. Sino, hubiese ido en pos de ese oro, diría con ironía”.
Y agregó que en su “camino profesional, en mi educación en los medios, está la esperanza de modificar algunas cosas, entender la información como un bien social, y en consecuencia avanzar por ese camino. Y el otro es tratar de beneficiarse en lo personal. Habría una tercera posición (como tantas veces se utilizó ese término), que es tratar de vivir bien, haciendo lo que nos parece lo más digno dentro del medio”, subrayó.
Hizo sus primeras experiencias en medios en San Pedro, en la radio local, y llegó a Buenos Aires a principios de los ´80, donde comenzó a trabajar en Radio Continental y logró cierto renombre. Pero la misma dinámica de funcionamiento lo llevó a reflexionar sobre lo que estaba haciendo. “Yo me fui de los medios en la década del ’90 -recordó-, en la década de la globalización, porque empecé a sentir que era un reproductor de ciertos sentidos sociales, en beneficio de ciertas elites económicas.”
Eso, siente, lo llevó a transformarse “en un vocero a favor de las privatizaciones, por pereza, por no indagar, o por ignorante, y llegó un momento que me hizo un click. Yo hablaba todo el tiempo de que había que privatizar los ferrocarriles, porque no funcionaban, sin darme cuenta que en realidad estaba suscribiendo todo un discurso que apuntaba a que se privaticen. ¡Pedazo de tarado! (por no decir otra palabra)”, señaló con cierta resignación.
“Me arrepiento, entonces, de no haberme dado cuenta”, repitió, “de haber trabajado dentro de un sistema, donde llegué tarde a darme cuenta de lo que pasaba. La ironía pasa por el hecho de que al no haber comprendido, no me favorecí de las mercancías que giran en torno a esa producción de sentido en los medios de difusión. Por la ignorancia atávica que tenemos los periodistas en muchas cosas, al no saber eso, terminamos pidiendo que privaticen los ferrocarriles, por ejemplo, porque cada vez funcionaban peor. En consecuencia, la guita se la llevaron otros, y yo fui un idiota útil.”
Plantar posición
Santachita sostuvo, sin mencionarlo explícitamente, una posición ética respecto al hacer periodístico y sus consecuencias. Afirmó: “Ir por la vida con esa carga es insoportable. Haber estado en medio de una fuente y un receptor, siendo funcional a los intereses de la fuente. Y así se privatizó todo. Se creó todo un escenario, para que desde la gente se reclamara eso.”
¿Por qué sucede esto? ¿Cuáles son los motivos de tamaña carga? “El periodismo suele reproducir fuentes interesadas: si a mí me llama alguien, para generar un rumor, y me dice que tiene una primicia, y la primicia es una mercancía, y estoy en una radio cuyo slogan es ´informa primero´ (el slogan del servicio informativo de radio Mitre), entonces me van a llamar a mí.”
También al respecto, sostuvo que no cree “en la neutralidad de las fuentes. Y me di cuenta que, tarde o temprano, me iba a convertir en un vocero de ese poder. Obviamente, si no hay fuentes no hay noticias. El tema es cómo nos preparamos nosotros, para mediar entre esas fuentes y los destinatarios de las noticias. Las fuentes, generalmente intentan persuadir. Y hay condicionamientos que no sólo pasan por las sugerencias permanentes, o regalos para el día del periodista, sino también por un hermoso sobre así de gordo”, dijo mientras parecía recordar ejemplos de sobres hermosos.
Otros rumbos
¿Qué sucedió luego de ese “abandono” de los medios? Sentía que tenía cosas para decir, y decidió decirlas en el ámbito académico. “Empecé a tomar el camino universitario, y estoy en ese lugar ahora. La universidad me da la posibilidad de abrir un signo de interrogación frente al que está del otro lado. Tal vez no me suceda esto en un ambiente de pares, pero nos sucede mucho cuando estamos frente a gente más joven.”
“Llegan a nosotros egresados de la escuela secundaria que toman a los medios como la verdad revelada -continuó-. Entonces, trato que cuando pasan por mí, de 25 que son, cuatro o cinco entiendan al ver televisión lo que es la construcción del acontecimiento. Para mí con eso ya está. Para una causa futura, ya hay cuatro o cinco personas más que piensan. Es una militancia a favor del pensamiento.”
Su esperanza es que esos pocos -según su visión- que pueden reflexionar sobre un saber que se hace haciendo puedan lograr algo que transforme eso que a él lo dejó de lado y lo obligó a dejar los medios. “Para mí, esto de cambiar los medios desde adentro es una utopía, una esperanza. Una utopía a alcanzar de a pasos, acercándose. Eso es una utopía. Yo no abandonaría el optimismo; me podrían poner en el lugar de apocalíptico, pero yo reniego. Si me tienen que poner entre apocalípticos e integrados, soy apocalíptico. Pero si me dan la posibilidad de construir otra imagen, diría que soy un optimista. Porque si estoy laburando en esto, es porque creo que las generaciones que vienen van a tomar una posta a la que hay que ayudar. Yo la voy a ver, o no; no me importa. Como no me importó la guita, en el momento de pasar de ganar tres mil dólares por mes, a veinte pesos la hora, es un cambio fuerte.”
Comunicación o difusión
Otro tema que transitó el “arrepentido mediático” y profesor universitario fue el de las definiciones que podrían caberle a los medios. Y presentó una dicotomía: “Yo descreo bastante de la palabra comunicación cuando se habla de los medios. Es un debate que está bastante repartido. Yo, generalmente, lo planteo en el primer día al iniciar un curso: pregunto si los medios son de comunicación o de difusión. En consecuencia, al hacer ese planteo estoy empezando a descreer de la palabra comunicación, que implica por en común, discutir en comunidad.”
“Me parece que los medios generan una agenda a partir de lo que un autor como Bell define como opinión pública. Que no es la opinión del público, sino la construcción que opera a partir de las elites económicas, sociales y políticas; que pasa por las redes de comunicación, que son tomadas por los líderes de opinión, que son voceros de esas élites, y que finalmente se instalan en un público más o menos capacitados para decodificar esos mensajes de los medios, y luego andan diciendo ´lo dijo el diario, lo dijo la radio, lo dijo la televisión´”, opinó.
Para entender qué entendemos por comunicación, sostuvo, “primero hay que definir qué entendemos por medios. De todas las definiciones de medios, yo tomo una, de José Luis Fernández, que escribió un libro que se llama Los lenguajes de la radio. Fernández define a los medios, como ´el o los dispositivos técnicos, que con sus prácticas sociales relacionadas, permiten la relación discursiva más allá del contacto cara a cara´. ¿Por qué uso esta definición? Para hacernos cargo de los medios que consumimos, porque la tendencia es a decir que los medios instalan la agenda, y nosotros somos víctimas. Vamos a ver entonces si algo hacemos para que no entre tan directamente ese medicamento que nos dan para adormecernos”, desafió.
Internet: ¿un bien social?
Y puso un ejemplo de la fragilidad que -según él- es característica todavía de este medio: “Con la radio en Internet, cuando se cae el servidor no te escucha más nadie. Se dice que se puede llegar a todas partes del mundo. Sí, a dos en Francia, dos en Inglaterra, cuatro en Chacarita, y cuando hay 50 tipos se cae el sistema. No quiero negar la tecnología, lo que pasa es que todavía no está desarrollada. Algún día será maravillosa, pero para mí, hoy en día no cumple ninguna función. Pero Internet sí puede ser una herramienta para que aparezcan otras voces”, finalizó.