20071122

OPINIÓN

Desafíos

Hay algo en la definición formal que debería dar la pauta de, si no la forma, por lo menos el contenido de esta maestría: es un postgrado. Sin profundizar demasiado en este detalle banal, nimio y aparentemente superficial, aquí radica la mayor crítica que quien escribe repite una y otra vez. Porque en la banalidad de reclamar que un postgrado sea un postgrado se ve la mayor dificultad que esta modalidad académica (no olvidemos jamás esto: estamos en la Academia), ya que a todas luces lo que tiene de postgrado es simplemente que se hace después, y no que se requieren los conocimientos del grado para poder analizar y profundizar conocimientos, discutir teorías y, tal vez, realizar producciones inteligentes, analíticas y creativas. Quien vea un desafío intelectual, reflexivo o de pensamiento que lo ponga sobre el tapete. No parece haber en demasía.

Se me podrá decir que es una etapa de nivelación (¿un año de nivelación en dos años de cursada?), pero éste me parece un argumento falaz. Porque yo podría contestar: si me inscribo en un postgrado de Derecho, ¿puedo reclamar que me dicten Derecho Romano I porque provengo de otro campo disciplinar? Si hiciera un postgrado en Medicina (si es que algo así existe), ¿pondrían en la currícula Anatomía? La diversidad de enfoques que puede proveer la concurrencia de distintos ámbitos y conocimientos académicos sin dudas enriquece el análisis, pero también se pone en juego el interés de aquellos que, proviniendo de otros campos, demuestran en las temáticas del campo del periodismo. Que no es homogéneo, ni claramente delimitado, ni definitivamente clausurado, sino que tiene fronteras lábiles, contingentes, modificables -sobre todo en esta modernidad tecnológica.

Así, llegamos a las “clases” y el tiempo transcurre en un anecdotario que enriquecería una charla de café, pero no parece acorde a la pompa del ámbito donde se desarrolla. ¿Cuántas materias tienen programa? Todas. Bien. ¿Y bibliografía? Ahí la lista se acorta dramáticamente. ¿Y cuál es la pertinencia de esa bibliografía? Esas son las preguntas de superficie. Pero hay otras que recorren la cursada de modo más subterráneo, sosteniendo una cursada vacía: ¿de qué vamos a hablar? ¿qué es lo que venimos a aprender? La teoría sobre el periodismo es escasa y, en la inmensa mayoría de los casos, una sistematización de prácticas de hecho, de rutinas más o menos cristalizadas, funcionando como explicación teórica de lo que efectivamente sucede. Tiene gusto a poco. Ahora, si pensamos en que estamos en un postgrado (no me voy a cansar de repetirlo) en el ámbito de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (tampoco me voy a cansar de repetirlo), ¿no resultaría cuanto menos interesante reflexionar acerca de la práctica periodística como una práctica más inserta en un sistema de prácticas? ¿tratar de pensar acerca de la especificidad de la práctica periodística en relación a las demás? ¿tratar de reconstruir un sistema de funcionamiento de algún tipo en donde el periodismo está actuando?

Por último, pero no por eso menos importante, es la comparación exigencia hacia el maestrando-oferta de la maestría. Nosotros tuvimos que, primero, terminar una carrera de grado, con todas las exigencias que eso supone. Luego, la inscripción requería trabajo original, dos cartas de recomendación pertinentes, una justificación personal de nuestros merecimientos sobre un cupo en el curso y el currículo vitae. Y el resultado de tamaña exigencia es absolutamente desproporcionado: para recurrir a ejemplos emblemáticos, escribir un artículo de 100 líneas sobre una película, o un artículo sobre nuestra cuadra u organizar un suplemento cultural en base a un color es una ofensa. Porque -obviando que para Ulanovsky Sacks los Estudios Culturales se iniciaron en Estados Unidos- los contenidos de la mayoría de las materias se sobreentienden con saber leer y escribir. Porque estamos descubriendo el agua tibia cuando nos dicen que los medios gráficos de gran tirada se sostienen con publicidad.

Para redondear con una definición polémica, planteo la siguiente diferencia entre la Maestría en Periodismo de los Postgrados de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y el taller de periodismo de un centro cultural de Barracas: en la Maestría, todos los alumnos tienen título de grado

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